Puedes convertirte en neandertal, romano o pirata por un instante… ¿qué mejor manera de aprender? Este “arte” de investigación y divulgación ha venido desarrollándose principalmente por las universidades, y de ellas ha pasado a formar parte de los talleres habituales en algunos museos. Entre otras muchas instituciones, en Burgos existe un Centro de Arqueología experimental de Atapuerca (CAREX), centrado principalmente en la prehistoria y protohistoria donde te enseñaran todo tipo de actividades relacionadas con estas épocas.
Pero, ¿cómo podemos hacer arqueología experimental? Es sencillo, debemos plantearnos una pregunta: ¿cómo consiguieron realizar “algo” con los medios que disponían? Después solo queda probar y seguir probando hasta ajustarse lo mejor posible al resultado esperado.
La talla lítica es la metodología más practicada al modo tradicional. Son numerosos los especialistas en este campo de la experimentación y los resultados son asombrosos. En cuanto se prueba a tallar un bifaz, se cae en la cuenta de que el grado de cognición para realizarlo es bastante alto. La habilidad mecánica combinada con la cerebral es ágil y compleja, y darnos cuenta de que esas características podrían definir a un neandertal es un avance agigantado.
Sin ir más lejos, no solo a los arqueólogos nos interesa como comían y aprovechaban los recursos en épocas pasadas, sino que recientemente se ha estrenado una moda basada en la dieta paleolítica/ prehistórica. Se sustenta en el modo de alimentación del hombre de las cavernas que solo consumía plantas silvestres y animales salvajes, excluyendo alimentos procesados. ¿Podría decirse que la imitación es una forma de adulación?
Pero centrándonos en lo que nos ocupa en este post, podemos hablar de distintos proyectos de arqueología experimental, como la reconstrucción de barcos hundidos. Un ejemplo conocido es el Hermione de Francia que tanto significó para la independencia de Estados Unidos, en el que se han utilizado materiales y metodología constructiva propia de la Edad Moderna.
Pero sin duda, uno de los proyectos pioneros de arqueología experimental que aún está en marcha desde 1960 es la construcción de un terraplén en Overton Down (Inglaterra). Es un terraplén formado con creta y turba de 21 metros de longitud y 7 metros de anchura por 2 metros de altura, paralelamente se construyó un foso. ¿Para qué? ¿Os acordáis de las cápsulas del tiempo de las películas americanas en las que meten objetos dentro de un contenedor y lo entierran para abrirlo en un futuro? Es igual, aunque esta investigación tiene un punto de vista geológico, se quiere saber de qué manera y cuándo se alteran los materiales sepultados por la estratigrafía, es decir, estudiar los procesos postdeposicionales en un intervalo determinado de tiempo. De tal modo, se advirtió la toma de datos en intervalos de 2, 4, 8, 16, 32, 64 y 128 que en fechas reales serían en 1962, 1964, 1968, 1976, 1992, 2024 y 2088. ¡Cuando llegue el 2024 os lo contaremos las novedades del proyecto en nuestro blog!
Otro macro-proyecto de investigación es el que concierne al misterio de las cabezas gigantes de la Isla de Pascua. Es el mismo planteamiento que se hizo con la construcción de las pirámides pero la diferencia es que los moáis siguen siendo un enigma… Ha habido varios intentos capitaneados por grandes arqueólogos mundiales que National Geographic recogió en un video explicativo, aunque es cierto que persisten muchos detractores.
Pero sin duda alguna, el proyecto que mejor engloba la investigación y la divulgación es el desarrollado en Francia: Guédelon, un castillo medieval que comenzó su construcción en 1997 y esperan terminarlo en el 2020. Dada su repercusión y la novedad en la creación de un campus de trabajo ambientado en épocas pasadas, ha sido el precursor de otros proyectos, como San Gall, en Alemania, un plan de construcción de un monasterio carolingio sin desarrollar y que se decidió retomar en la actualidad. Este proyecto ha sido avalado por periodistas, arqueólogos e historiadores y cuentan con financiación propia. Los encargados de realizar el monasterio con los materiales constructivos de la época, son voluntarios y ¡cualquiera podría hacerlo! En su página web se puede ver a todos los integrantes del equipo, que según sus habilidades desempeñan un papel dentro de la comunidad (herrero, agricultora, alfarero, etc).
Tendremos que ponernos nuestras mejores galas y lanzarnos al mundo de la arqueología experimental, una disciplina alentadora que a la vista de los resultados puede tener grandes beneficios, principalmente en el campo de la divulgación.
Aprender a tirar con honda, tejer, hacer cerámica bruñida o intentar cazar con los instrumentos de la antigüedad es la mejor manera de acercar la historia desde los más peques de la casa hasta a los más mayores.
En nuestro país se está extendiendo el uso de esta disciplina para demostrar hipótesis sobre formas de construcción, navegación, aprovechamiento… En Tarragona, por ejemplo, puedes asistir al festival de Tarraco Viva, en la que durante el mes de mayo de cada año hay recreaciones de lucha de gladiadores en el anfiteatro con armamento de verdad y peleas de verdad (por supuesto sin llegar a la muerte, aunque sí derraman algo de sangre). Este festival es muy conocido entre los amantes de la historia, donde Arqueología e Historia se dio a conocer al público por primera vez.
Lo dinámico y divertido enseña, si no tienes plan para este fin de semana… ¡arqueología experimental!
Si te gusta la recreación histórica, te sugerimos varios post publicados en la web de Desperta Ferro, como el artículo de Yeyo Balbás (del Clan del Cuervo) titulado La recreación histórica, el post sobre la recreación online de la Batalla de Waterloo o la recreación de los sucesos del 2 de mayo.
Sin duda alguna la Arqueología Experimental en los últimos tiempos se ha impuesto como “moda”, pero también me gustaría señalar que uno de los peligros que afectan a nuestra disciplina es la potencial confusión entre lo que es una herramienta científica y lo que es tan sólo una de sus facetas: la divulgación.
Puede que el reclamo de la disciplina en museos, centros de interpretación, etc., en los últimos años, haya conseguido que el público en general conozca la disciplina, pero ésta no es tan reciente, pues como corriente metodológica se iniciaría en la segunda mitad del siglo XIX con aportaciones próximas a la experimentación en los trabajos de Nilsson o Müller en los países escandinavos, Evans en Inglaterra, o Lartet en Francia, entre otros.
Por otra parte, plantearnos la experimentación como algo sencillo me parece un error, pues ha venido a convertirse en uno de los complejos procedimientos de investigación más fiables dentro del campo de las ciencias históricas, y en especial en la Prehistoria y la Historia Antigua, momentos en el que la precariedad de los datos nos obligan a recurrir a procedimientos analíticos que garanticen la fiabilidad de las interpretaciones, incluso procedentes de textos históricos.
Cuando la experimentación se convierte en reproducciones elementales o meras demostraciones que omiten el proceso de investigación y la rigurosidad científica, no estaríamos hablando de Arqueología Experimental sino de parques temáticos.
Para terminar, os dejo algunas recomendaciones: Experiments Past Histories of Experimental Archaeology, editado por Jodi Reeves Flores & Roeland Paardekooper (http://www.sidestone.com/bookshop/experiments-past) y Perishable Material Culture in Prehistory de Linda Hurcombe (http://www.amazon.com/Perishable-Material-Culture-Pre) sobre nuevos enfoques para hacer frente al material orgánico que raramente sobrevive en el registro prehistórico. Por último, el Boletín de Arqueología Experimental de la UAM, http://www.uam.es/otros/baex/
Saludos y ¡felicidades por este espacio!
Conchi
¡Muchas gracias por las puntualizaciones y la ampliación de información!